10.5.15

Las críticas

LAS CRÍTICAS
“Quien se enfada por las críticas, reconoce que las tenía merecidas”
- Tácito

El último (pero no por ello menos importante) tema por tocar es el de las críticas. En esta entrada no enseñaremos a negar, ignorar, “contracriticar” o restar importancia, sino que nos centraremos en analizarlas bien para aprovechar su utilidad y evitar caer en la inopia. Por otro lado adelantar que no trataremos las críticas destructivas, ya que por supuesto, no estamos a favor de ellas y tampoco recomendamos prestarles atención ninguna.

Las críticas forman parte de cualquier relación, y antes de leer debería olvidarse la connotación negativa de la palabra. A la hora de responder una crítica se ha de hacer de forma constructiva, es decir: asegurandote de entender aquello que te quieren decir y aceptar su opinión. Antes de empezar a defender tu imagen por simple convicción o autodefensa, trata de reconocer la verdad entre ambas opiniones y haz cambios si los ves necesarios. En el caso contrario solamente se debería exponer correctamente tu idea, ya que quizás es ésta la que no se ha terminado de comprender -si cuesta de entender tu manera de presentar las ideas trata de hacer cambios porque puede ser señal de que te estés equivocando al narrarla-.

Si has seguido correctamente estos consejos seguramente no tengas ganas de escribir sino de leer y nutrirte, de no ser así aconsejo releer y tratar de interiorizar correctamente. A pesar de ello no te preocupes, leer y escribir conviven estrechamente relacionados, de manera que una cosa puede llevar a la otra en cualquier momento.

1.5.15

Esquema

ESQUEMA
La "esquematización" de las ideas es una parte crucial para tener constancia de todo lo previsto en el escrito y a la vez tratar de compensar el ritmo y ordenar los sucesos en orden de aparición en la hoja.

Utiliza esquemas y esbozos

Existen esquemas de mil tipos (jerárquicos, cronológicos…) y todos ellos pueden serte útiles en los escritos (en función del ritmo que desees otorgar al escrito), en este caso la personalización de los esquemas es de vital importancia ya que irá moldeando el escrito final, pero para los que empecéis os adjunto dos esquema de Jesulink.Com .
Narrativa_09_a.gif

He aquí la entrega definitiva de la penúltima categoría de la comunidad literaria. En ella nos dedicaremos al tema de las críticas, tan ignoradas por muchos y tan útiles para tan pocos.

24.4.15

"Tu aventura" por Alejandro Padilla Cuadros

Quizás para ti, fui tu aventura
... tu mejor aventura.
Pero ahora soy tu tormento
y el aire que te falta.

Quizás dirás que me amaste
... y te creo
Pues hasta aquí siento tus lágrimas
Y sé que te duele, mi ausencia en tu piel.
.
Quizás te fuiste para probarme
... y comprobar mi amor por ti.
Pero el amor verdadero no prueba
sólo demuestra y entrega
sin pedir nada a cambio.

Quizás tenías dudas
... que no te amaba... que no te quería
Pero mis versos tienen tu nombre
y mi mente tu recuerdo.

Quizás pienses que te olvidé
... que no quiero nada contigo
Pero mi corazón sólo piensa en ti
en tus besos, y en tu recuerdo.

['Tu aventura' por Alejandro Padilla Cuadros | Tinteros]

23.4.15

"La noche estrellada" por Ygernia

-Es una noche maravillosa, ¿no le crees Amelie?
-Perfecta, Pierre, perfecta.
-¿Pero qué suceso en el cielo lo permite?
-Es magia, Pierre... de dónde salen si no esas estrellas iluminadas como faroles, grandes y observantes allí en lo alto de un mar azul sin reflejo; de dónde esa luna medialuna y esos espirales que juegan a encontrarse, rozándose sólo un instante y barridos por sutiles movimientos. Pero ¿cómo se mueven si no hay viento?
-Magia... –se detuvo Pierre en ese bello pensamiento.
-Cómo se mueven si no esos cipreses que se ciernen por sobre la ciudad y nuestras figuras, alcanzando con sus puntas verdes las estrellas y sus hojas meciéndose como cabellos ondulantes al mismo ritmo que los espirales y las montañas lejanas, ya difusas teñidas por la noche. Todo, Pierre, todo aquí es magia, armonía pura de colores y sensibilidad, la nuestra.
--¿Y qué me dices de la ciudad? Eterna compañía del hombre, otra imagen superpuesta a la naturaleza; la armonía, Amelie, no la olvides, la incluye, la fusiona y adhiere las casitas, los techos y ladrillos, las ventanas y la punta de la iglesia como otro ciprés, a ese cosmos, a este cosmos, el nuestro, porque también estamos dentro.
-Y nada parece hostil, Pierre, nada lo es. Nosotros aquí, juntos y todo lo demás rodeándonos, observándonos, acompañándonos.
-Pintándonos.
-Pierre... te amo
-Y yo a tí, Amelie...
La besó.
-¿Qué sucesos en el tiempo permiten todo esto? Digo, ¿qué mantiene los millones de puntitos amarillos, azules, celestes, verdosos, en el espacio, qué nos contiene... quién detiene y calla las miles de voces, sonidos e imágenes en una sola, ésta que somos afortunados de vivir y contemplar?
-La magia, Amelie, sólo existe dentro nuestro. Nosotros la plasmamos sobre lo que nos rodea y lo apropiamos. A su vez, creo que somos afortunados por la obra de alguien más, por estar dentro suyo. Somos algo así como su magia.
-¿Como salidos de... pomos y pinceles?
-Shhhh, no lo digas, no reveles nuestro secreto.
-No somos reales, ¿no es cierto?
-Pues claro que lo somos, Amelie.... estamos aquí.
-¿Pero quién es el que permite todo esto?
Desviaron su vista hacia el horizonte. Allí en el cielo, un puntito, un agujerito por el que se filtraba otra luz. En ese pequeño huequito asomaban los ojos de un tercero, de mirada febril y exaltada, un espía, un creador.
-Amelie, somos sólo dentro suyo, todo esto es obra de un pintor.
-Vincent... –alcanzó a modular.
-Van Gogh –sentenció.
Para él, el artista por excelencia.


['La noche estrellada' por Ygernia | Tinteros]

17.4.15

El estilo literario

EL ESTILO LITERARIO
Esta segunda entrega de la categoría tratará acerca del Estilo literario, estrechamente enlazado con la lectura y el dominio de la lengua. Cada uno al escribir desarrolla un estilo distinto, de manera que estos consejos se centrarán en evitar algunos errores típicos.

Utiliza la palabra deseada, no su prima segunda: escribe como te sea cómodo, no intentes usar ciertas palabras y evita repeticiones

Es mucha la gente de que usa palabras que no entiende y muy pocos a los que les salga bien la jugada de manera que lo vamos a descartar desde un principio. Utiliza el vocabulario que conozcas y utilices habitualmente (por supuesto evitando vulgaridades). Otro aspecto importante es evitar las repeticiones, que a menudo las realizamos sin darnos cuenta, de manera que para un escritor y cualquier buen lector es indispensable leer detenidamente y repasar.

Cada parte ha de ser necesaria, y escribe todo el texto con el mismo grado de interés


Probablemente la constancia es la característica más necesaria para contar con un estilo literario propio y con un ritmo fijo. Si no tienes ganas de escribir una parte de tu novela no lo hagas, ni a desgana ni dejándote la piel, si no hay ganas es mejor evitarlo ya que sin un interés constante del narrador en cada parte de la trama puede hacer que los lectores se aburran y quizás ni terminen de leerte.

Verkami, una iniciativa de micromecenazgo


Con los tiempos que corren cada vez más artistas (tanto ilustradores como cantantes y escritores) optan por la autoedición. Así nace Verkami, una alternativa al modelo tradicional de financiamento. Los proyectos registrados en la página cuentan con 40 días para conseguir la cantidad marcada como meta mediante micro-aportaciones que brindan los usuarios y fans de los proyectos. Esta plataforma creativa y cultural es 100% fiable, además de que ganas obsequios por cada aportación y en caso de que no se consiga recaptar todo el dinero propuesto no realizan tu pago.

Si pulsáis sobre la imagen del portal llegaréis a la página web de la iniciativa y podréis consultar sus proyectos en curso (actualmente 166 y con más de 2.000 realizados satisfactoriamente) o proponer de nuevos.


16.4.15

Literal, feria de ideas y libros radicales en Barcelona


El Ateneu Popular i Cultural l'Harmonía y el Espai Josep Bota están organizando mediante la iniciativa Verkami una feria en la antigua Fabra i Coats de Barcelona durante los días 29, 30 y 31 de Mayo. En esta jornada de entrevistas, ideas y libros radicales el micromecenazgo tiene un gran peso: no solo podremos invertir y colaborar para que se realice sin problemas la feria sino que además seremos recompensados en función del pack seleccionado (hay varios packs de distinto precio, todos con la misma finalidad).

Para todos aquellos que viváis en Barcelona os recomiendo asistir y disfrutar de una feria autogestionada y con espíritu crítico ya que gran parte de las actividades serán llevadas a cabo por los medios colaboradores como La Directa, Diagonal, El Diario.Es, el Crític y (entre varios). Para todos aquellos que estéis interesados no dudéis en hacer clic aquí para visitar la página de Literal, seguramente la feria más digna de la ciudad condal.

15.4.15

Ex Libris #10 'Revistas literarias'

[Ex libris A tinta azul #10] 'Revistas literarias'

En esta entrada de la categoría 'Ex libris' quería tratar otro tipo de material escrito y de papel acerca del cual no se habla mucho y se da menos a conocer que los libros: la revista. No sólo comparten el medio sino que además también pueden tener contenido en común, en esta entrada aprovecharé estos dos últimos meses de poco contacto con libros (por gusto, por supuesto con los estudios me resulta obligatorio) para recomendaros y hablaros de algunas revistas literarias que a menudo me acompañaban en metro hasta la universidad. Para ir a la página de cada revista basta con pulsar sobre el nombre en la hemeroteca que encontraréis al final de la entrada. En esta entrada no se comentará periodismo cultural de segunda como "Playground Mag" sino revistas literarias repletas de contenido, grandes trayectorias y interesantísimos números futuros.

"La noche de las letras"


"The Barcelona Review"

"La fanzine"

"Quimera"

"Luke"


Hasta el próximo miércoles, prepararos para la última entrada de la categoría "Ex libris" de la comunidad y muchísimas sorpresas más. ¡Nos leemos!

Hemeroteca:

13.4.15

"Exposición de J. S. en las D." por Xavier Sirés

La piel de las ruedas quedó pegada sobre una de las líneas blancas del asfalto. A través de los 

cristales del autobús, empañados, se distinguían cabezas. En cuando el conductor apagó el motor, 

algunos de esos viajeros se incorporaron. Uno de ellos, cubierto de marrón, se acarició el cabello 

y con la misma mano cogió un libro. Se lo guardó en su mochila negra. A continuación, se la cargó 

en la espalda y fue hacia la puerta, que justo entonces se abría. Bajó dos escalones y, ah, al fin se 

encontraba bajo un cielo encapotado. Las seis de la tarde debían ser, por lo sucias que se veían las 

nubes.

Echó a andar hacia la derecha. Caminaba cabizbajo, con una mano presionando la asa de la 

mochila, como si fuera a romperse de no haberlo hecho.

«Echo de menos el verano de mi ciudad, sí.» pensó. «Ir por la calle se hace menos pesado entonces. 

Disfruto viendo las caras de los extranjeros, o hasta hay alguna cara de aquí que, por su moreno 

o lo aceitoso de su sudor, me llama la atención. Necesito ver alguien que me distraiga. Y es que, 

durante tanto tiempo, lo único que me ha distraído han sido la lectura de libros y la lectura de 

desconocidos.» Trató de inspirar por la nariz, pero le fue imposible. Tuvo que abrir la boca y 

enseñar esos incisivos que parecían terrones de azúcar. «Si el lugar al que voy estuviera más lejos, 

habría tomado el metro. Es la manera de descubrir tíos que me interesen. De ellos saco la materia 

para mis fantasías. Me invento unas vidas que en ningún caso se corresponderían con las que en 

realidad tienen. Bueno, o tal vez sí. No hay una gran diferencia entre el azar del destino y el azar de 

mis suposiciones.»

La acera hizo una curva hacia una nueva avenida que cruzaba con la calle por la que había andado. 

Se detuvo en seco y las personas que iban detrás suyo —casi en fila india— se bifurcaron en dos 

riadas humanas. Una pasaba rozando su brazo derecho y otra muy cerca del izquierdo. Optó por 

tomar la avenida. Siguió caminando al mismo ritmo que llevaba antes.

«Y, una vez más, voy hacia un lugar al que nadie me ha invitado. Leí en un cartel que hoy se 

inauguraba una exposición en las Dalmau. Pero hasta esta misma tarde no tenía pensado ir. De poco 

me serviría tener una agenda si todo lo que visito, todo lo que planeo y digo es tan espontáneo como 

el resultado de la lotería.»

No tardó en toparse con Consell de Cent. Llegado a este punto, dudó entre seguir por esa calle o 

dar la vuelta y olvidarse de eventos, citas en las que no se le citaba y citas que ni él pronunciaba ni 

copiaba. Como golpeado por el viento, su hombro izquierdo apuntó hacia uno de sus costados. Él 

reaccionó a aquel impulso frunciendo el ceño y clavando la palma de su otra mano en el hombro, 

para tranquilizarlo. No dejaba de temblar. Los demás transeúntes no lo notaban; las hombreras de 

su abrigo eran lo suficientemente gruesas como para ocultarlo. Sin embargo, el temblor se trasladó 

a la mano, y el meñique crujió antes de empezar a tiritar. Se lo llevó al bolsillo y resolvió seguir en 

dirección a la galería. A partir de entonces no caminó, sino que iba poniendo un pie delante del otro 

mientras controlaba que ninguna otra parte de su cuerpo se revelara en su contra. Con este paso tan 

torpe cruzó por delante de un aparador. Quedaba enmarcado entre dos columnas de piedra. La luz 

cálida que salía de él le atrajo. Se trataba de la galería a la que se dirigía; por poco pasaba de largo.

Buscó la puerta con la mirada y corrió a empujar el pomo. Encima de esta quedaba la palabra D'Art, 

del cartel que, entero, anunciaba: Galeria d'Art.

Cerró la puerta a sus espaldas. Las más de cincuenta voces que sonaban entre esas cuatro paredes se 

concentraron en los lóbulos de sus orejas, y de allí rebotaron en sus tímpanos. Sonrió con falsedad, 

aunque, como que nadie se había dado cuenta de que estaba allí, tampoco importaba.

Se colocó al lado de un chico que aparentaba unos treinta años. El no llevar bigote debía restarle 

uno o dos. Aún así, si hubiéramos comparado nuestro protagonista con este, sus dieciséis habrían 

caído a quince o hasta catorce, por lo delicado de sus rasgos.

Lo observaba con ojos llorosos. O estaba maravillado o estaba muerto de miedo, no había muchas 

más razones por las que esas gotas aumentaran al borde de sus pestañas.

Ese chico se arrimó a su acompañante. Trajeada, de la misma edad seguramente, que apretaba un 

paquete de cigarros, como si estuviera haciendo grandes esfuerzos por no ponerse a fumar allí 

mismo. «¿Qué es...? ¿Qué es el arte contemporáneo?» le preguntó él. Delante de ellos tenían un 

cuadro de Jacint Salvadó; cuadrados rojizos y otros azules, entre muchos de amarillos. Una ensalada 

hecha de las figuras más simples, esa obra. Si había una forma de explicar a la gente el porqué de 

todas las cosas, seguramente era parecida a eso. Que lo resumiera todo, que atacara temas humanos 

con tanta decisión como lo haría un lobo al despedazar su presa. Con un dedo resiguió algunas de 

las líneas de la pintura. Se cachondeó volviendo a repetir su pregunta. La chica, que empezaba a 

molestarse, zanjó el asunto contestando: «No vamos a hablar de arte contemporáneo. No existe 

ese 'arte contemporáneo'. Podemos hablar de agt contampogán, de conchemporeri arch, pero 

no de 'arte contemporáneo'.» Su inglés tenía algo de francés y su francés algo de inglés. Cuando 

hablaba se mezclaban las peculiaridades de los tres idiomas que había utilizado; Solo se corregía a 

ella misma cuando, sin darse cuenta, se le escapaba el acento de sus orígenes. Lleida.

La comisaria de la exposición impuso su voz sobre las demás. Hasta ese momento había estado 

conversando con dos alemanes. Vestían de luto, y, entre ellos, el dorado del vestido de la comisaria 

recordaba al sol iluminando la noche más oscura. Ese mismo dorado se debía haber colado en su 

copa de cava, más brillante que la de los invitados. Estas, a su vez, burbujeaban más que las copas 

de los que, sin ser invitados, se habían presentado allí, y que habían cogido las suyas de una mesa 

donde también servían vermú.

No callaron muchos, al oír la comisaria. Esta tuvo que golpear la moqueta verde con sus tacones. 

Lo hizo un par de veces. Y esta vez sí, las voces fueron bajando de volumen. Pero no lo hicieron 

porque ella pidiera silencio, algunos apenas la oían. Sino por las vibraciones del suelo. Dio dos 

golpes más, con las puntas de sus zapatos y no con los tacones, y relajó una rodilla. Cogió su copa 

con las dos manos y la puso delante de su vientre. Como se haría con una taza de té, vaya.

Sonrió y empezó a hablar. Introdujo al artista, comentó su obra, puso fechas de nacimiento y muerte 

y trató de calcular cuántos años hacía de su fallecimiento. Al no conseguir con tanta facilidad como 

había pensado el resultado de la operación, tuvo que pedir la ayuda del público. «Ah, gracias, es 

que, como que falleció el siglo pasado, el paso del diecinueve al veinte me confundía. Perdonadme. 

Sigo...» se disculpó. Esta segunda parte del discurso la hizo más ágil. Paseaba de un lado al otro de 

la galería. Señalaba algunas de las pinturas expuestas y daba algunas claves para que el visitante 

desconocedor del artista pudiera hacerse a la idea de qué era qué en esa fiesta de lo abstracto.

No tuvo más remedio que rozar el barniz de una de las pinturas cuando, tocando el marco de una 

de las obras para verificar que era de la madera de la que estaba hablando, perdió el equilibrio y 

su mano fue a parar al interior del lienzo. El público sostuvo la respiración. Pero ella encontró su 

escapatoria de ese momento de tensión con un chiste. Todos rieron y olvidaron lo ocurrido.

Nuestro protagonista no se había movido ni un centímetro desde su llegada. La pareja a la que antes 

se había acercado ya no se estaba allí; había ido dando vueltas por la sala hasta llegar al pie de una 

escalera. Se habían sentado en ella, al igual que otros invitados. Las pocas sillas de la galería habían 

sido ocupadas antes de que el evento empezara. De hecho, creo que eran de esas sillas que, por no 

verse nunca vacías, da la sensación de que ya habían sido diseñadas con un culo encima.

Fijó la mirada en un punto desde el cual pudiera ver todos los allí reunidos. Y, a partir de este, 

barrió con los ojos, de izquierda a derecha, todo el panorama Llegó a la escalera y hasta hizo el 

esfuerzo de adivinar qué clase de personas serían las que había en el segundo piso. Por más rígido 

que se pusiera, había algo de muy cómodo y natural en su forma de estar. Ya no fruncía el ceño, 

ni le temblaba ninguna parte del cuerpo. De vez en cuando inclinaba la cabeza como si alguien le 

estuviera reclamando, o como si escuchara a un interlocutor que, pese a no existir físicamente, se 

comunicara con él.

La presentación terminó. «¿Qué esperabas, que durase dos horas?» bromeó alguien. «No, pero 

pensaba que la comisaria entraría en más detalles... no sé.» respondió él. Lo hizo en el susurro más 

ligero que nunca se haya pronunciado. No quería que nadie le viera hablando consigo mismo, pero 

sí que se quería imaginar contestando a esa pregunta.

Se dirigió a la salida y desapareció. La marea de visitantes fue bajando por segundos, y no por 

minutos. Algunos decían que se pasarían en los próximos días para ver la exposición con más 

calma. Y los cristales del aparador ya no existían en la oscuridad de las siete PM.


['Exposición de J. S. en las D.' por Xavier Sirés | Tinteros]
Leer, cada ocho horas, es el remedio

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